martes, 15 de octubre de 2019

Cristianismo: San Miguel de Aralar

Cuenta la leyenda que el milagro se hizo en Navarra a principios del siglo VIII. Dragones, valientes (y arrepentidos) caballeros e intervención divina es lo que contaré en la narración que os traigo hoy.


Cuenta la leyenda que, por el valle de Goñi vivía un caballero llamado Teodosio, jefe de la comarca. El caballero estaba casado con Constanza. El caballero tuvo que abandonar su palacio para luchar contra los árabes que amenazaban aquel territorio. Constanza quedó junto a los padres de Teodosio en Palacio.

Constanza, dejó su amplio dormitorio para sus suegros y ella reposaba en una habitación más pequeña. Cuando Teodosio regresaba, tras la victoria contra los árabes, se encontró al diablo disfrazado de Señor de los Bosques que, con su labia y sus artimañas hizo creer a Teodosio que su mujer le engañaba con un sirviente.

Encendido de celos y de ira, cabalgó hacia el palacio. Entró en su alcoba y al ver dos bultos en su cama, se cegó y, sacando un cuchillo, los apuñaló allí mismo, convencido de que se trataban de su esposa y su amante.

Tras esto, salió de su casa, creyendo haber limpiado su nombre. Atónito quedó cuando, al salir, ve a su esposa, que volvía de misa. Aterrorizado descubre que había asesinado a sus propios padres, quienes dormían en su cama.
Retablo del santuario San Miguel "in Scelsis"


Arrepentido y destrozado por el terrible crimen que acababa de cometer, acude a Pamplona a solicitar el perdón del Obispo. Al conocer los hechos, el Obispo le envía a Roma para que sea el propio Papa el que le absuelva de su horrible pecado. Teodosio emprende, entonces, una peregrinación hacia Roma. El Papa le ordena como penitencia que cargue con unas cadenas atadas a su cintura, por las tierras de Aralar. Cuando las cadenas caigan, significará que Dios le ha concedido el perdón.

En una de las cuevas de las tierras de Aralar también atemorizaba a la población un enorme y fiero dragón. Para aplacar su hambre voraz y evitar que atacara a los pastores, ofrecían un sacrificio humano al año. En su peregrinación, el penitente Teodosio se encontró con el hombre que habían destinado a ser el sacrificado. Teodosio habló con él y ofreció su vida en lugar de la de aquel hombre. Agradecido, el hombre se marchó. Aquella misma noche, sobrevino una tormenta. Teodosio se resguardó en una de las cuevas y escuchó tras de sí un estruendo. ¡Era el dragón que salía para devorarlo! Teodosio, cayó de rodillas al suelo y pidió al arcangel San Miguel que lo protegiera al grito de ¡San Miguel me valga!

Tras un fulgor similar al de un relámpago, apareció San Miguel que, portando una cruz sobre su cabeza, hizo caer muerto al dragón, salvando así la vida del desgraciado Teodosio. En ese mismo momento, las cadenas de Teodosio cayeron al suelo, siendo perdonado así de aquel terrible pecado que había cometido.

Liberado, regresó a su casa, junto a su esposa y ambos, decidieron construir un santuario en agradecimiento a Dios y a su protector, el Arcángel San Miguel. A aquel sagrado lugar lo llamaron San Miguel in Excelsis y, si visitáis aquel lugar, podréis ver aún las cadenas que llevó en su penitencia Teodosio. También podremos ver, en la imagen de San Miguel, que porta una cruz sobre su cabeza, un auténtico trozo de la cruz donde murió crucificado Jesucristo traida desde Jerusalem.

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